Saber para servir. Será feliz

Llegó a Quetzaltenango. Él era visitador médico para una casa farmacéutica y por primera vez visitaría al medico que tiene o tenía su clínica al final de la cuesta blanca. Al llegar, se arreglo la corbata y se preparo para la presentación. Estaba por tocar la puerta cuando vio que al lado se encontraba una persona indígena lavando un vehículo. Aprovechando la situación le dijo: “podrías darle una limpiadita a mi carro!? Te lo pago a la salida”

Luego, el viajero se acerco a la puerta que indicaba que allí era la clínica, tocó y espero que le abrieran. La persona que estaba lavando el vehículo, se levanto se aproximó a la misma casa, pero entró por otra puerta. Al instante, abrieron. Para sorpresa del viajero, la persona que abrió era la misma que lavaba el vehículo. Inocentemente, le pregunto si el doctor se encontraba. Este le contesto: “yo soy el Doctor”

Hace años, un vendedor a mi cargo aprovechaba cualquier ocasión para dar a los presentes papelitos con frases y, además, los tomaba de las manos y dirigía palabras sin importarle si las personas querían escuchar. Yo, le llamaba la atención constantemente porque me parecía fuera de lugar. Los clientes me lo reclamaban. Un día, lo encontré poniendo en la sala de ventas unas tarjetas. Muy molesto le reclame en voz alta que quitara todo eso. Él me dijo entristecido “es el agradecimiento por asistir al velorio de mi abuelita”

Regla de oro no. 7: No asuma. Asegúrese. Será un mejor profesional si escucha más y habla menos. Haga el bien a los demás con olvido de si mismo. Sirva. Será feliz. 

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